La enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica, también conocida como enfermedad del hígado graso, es un trastorno caracterizado por la acumulación de grasa en el parénquima hepático que puede evolucionar desde una simple esteatosis a una patología grave como es la esteatohepatitis no alcohólica a través de tejido cicatrizado e inflamación combinada con anomalías metabólicas.
La prevalencia de esta patología está aumentando rápidamente en todo el mundo, en paralelo a las epidemias de diabetes y obesidad, así como las cargas de la enfermedad, que incluyen tanto complicaciones cardiovasculares como hepáticas, por ejemplo cirrosis y cáncer. Además, esta dolencia presenta una problemática muy importante añadida: en sus primeros estadios, no suele provocar síntomas en quien la padece, por lo que probablemente esté infra diagnosticada. Por otra parte, a día de hoy el estándar de oro para diagnosticarla, la biopsia hepática, es una técnica invasiva, por lo que su uso es solamente recomendable en sujetos en los que se sospeche que padezcan la enfermedad del hígado graso, no pudiendo plantear su uso para cribados masivos.
Por ello, se están realizando esfuerzos en desarrollar pruebas no invasivas, como la elastografía basada en ultrasonidos y estudios de imagen, como la resonancia magnética (RM) o tomografía computarizada (TC).
Sin embargo, tanto la elastografía como la resonancia magnética presentan limitaciones importantes: la primera solo sirve para evaluar el estado del órgano completo y presenta una fiabilidad reducida para pacientes con obesidad mórbida, que son el grupo de riesgo con mayor probabilidad de padecer la enfermedad del hígado graso. Por su parte, la RM y la TC permiten una evaluación precisa por regiones del hígado, pero la RM requiere de mucho tiempo para realizar la toma de imágenes, es costosa y su disponibilidad es limitada en los centros de salud, lo que la hace un protocolo menos utilizado en la práctica clínica rutinaria. Además, la RM puede estar contraindicada en pacientes con implantes metálicos o marcapasos. Por otro lado, la fiabilidad de la grasa cuantificada en pacientes con disfunción de los hepatocitos puede verse comprometida.
Por el contrario, la imagen por TC es más barata y con una mayor disponibilidad, consume menos tiempo y es una modalidad ampliamente utilizada para el diagnóstico de múltiples patologías. Por lo tanto, los algoritmos de cuantificación de grasa basados en TC abren la puerta a la detección de esteatosis hepática en pacientes adultos que han sido sometidos a pruebas para otros propósitos médicos en los que se adquiere rutinariamente imágenes por TC.
Es por ello que investigadores del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), la universidad Pompeu Fabra (UPF), el CIBER de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN), el CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBEREHD) y el CIBER de Diabetes y Enfermedades Metabólicas (CIBERDEM) han trabajado en el desarrollo de un algoritmo que permite medir la grasa acumulada en el hígado mediante imágenes TC con y sin agente de contraste. Los resultados de su estudio se han publicado recientemente publicados en la revista Medical Image Analysis.
Una prueba de concepto prometedora
El algoritmo desarrollado permite detectar de forma no invasiva y rápida la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica. Para ello, el sistema evalúa la grasa hepática a partir de imágenes de TC de forma automatizada, analizando la densidad radiológica del hígado y del bazo para identificar las áreas con grasa acumulada.
Para validar este nuevo algoritmo, se realizó un ensayo clínico de prueba de concepto que incluyó a 39 pacientes diagnosticados con enfermedad de hígado graso por elastografía y/o biopsia hepática. Estos pacientes se seleccionaron en base al criterio de inclusión fijado en el actual consenso de expertos para diagnosticar la enfermedad de hígado graso. Los resultados obtenidos han mostrado una alta precisión en los valores de grasa hepática medidos, tanto en imágenes de TAC con contraste como sin contraste, lo que implica que “con este algoritmo, podemos proporcionar información detallada sobre la distribución de la grasa en el hígado, lo que es crucial para un diagnóstico preciso y un seguimiento efectivo de la enfermedad del hígado graso. Además, a diferencia de la biopsia, que solo aporta información de una zona concreta del hígado, nuestra técnica aporta datos del órgano completo», explicó en nota de prensa el Dr. J. Raul Herance, investigador del VHIR y líder de este estudio.